No son buenos tiempos para el Jardín Botánico. La crisis se refleja al caminar por sus jardines, que eran el principal atractivo de este lugar, y que hoy ahuyentan a los visitantes.
Las labores rutinarias de mantenimiento como cortar el monte o recoger las hojas secas se dejaron de hacer o se hacen a medias. "Los jardineros apenas están trabajando un ratico en las mañanas", lamenta Mario Gabaldón, presidente de la Fundación Instituto Botánico de Venezuela, sobre las secuelas del conflicto laboral que tuvo su punto más álgido en junio de 2012 (cuando el jardín estuvo cerrado por tres semanas) pero que todavía se mantienen.
El martes y miércoles de esta semana un paro de trabajadores (para pedir aumento de salario) mantuvo cerradas las puertas al público de este refugio vegetal que alberga una colección de palmas que llegó a ser la más importante de Latinoamérica.
Edy Fernández, gerente de Cooperación y Relaciones Institucionales del espacio, observa con tristeza cómo han mermado las visitas, también los grupos de yoga y taichi que tomaban este oasis todos los fines de semana. Recuerda que en el Carnaval del año pasado casi mil personas visitaron el jardín y este año en la misma época no pasaron de 200, una reducción de 80%.
Gabaldón no desestima las demandas de los trabajadores pero explica que se han conseguido mejoras. Se pagaron dos bonos y se resolvió el programa con el seguro médico (HCM). Sigue pendiente el incremento de los bonos de alimentación y transferir el personal obrero a la nómina de la UCV. Quince investigadores, expertos en botánica, forman parte de la nómina del jardín, con sueldos que no superan los Bs. 3.000.
Además de una partida presupuestaria estancada desde 2005 (Bs 5,6 millones) que ni siquiera cubre el valor completo de la nómina (90 personas), Fernández piensa que actualmente los males del jardín están asociados a la falta de voluntad y compromiso de su personal obrero.
El alquiler del auditorio del Jardín Botánico y de otros dos salones es lo que permite llenar los huecos en el presupuesto. Pero estos ingresos propios se han reducido casi totalmente por los constantes paros de los empleados que impiden ofrecer un servicio óptimo a las empresas que antes hacían sus eventos allí.
Para rescatar al botánico Gabaldón considera que es vital resolver el problema laboral "asumirlo con compromiso". La tutela del lugar la tiene la UCV y su presupuesto proviene de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU). El otro paso clave para oxigenar el jardín es la mecanización del mantenimiento, a semejanza de los campos de golf, con podadoras y recolectores de hojas eléctricos.
Urge un tractor con una pluma que alcance los 12 metros de altura para el manejo fitosanitario, control de plagas, recolección de semillas y fertilización de las palmeras, cuyas especies nacionales y exóticas se han visto diezmadas por los gusanos y bachacos. El caracol africano también se ha ensañado con muchas de las plantas. Ha acabado con platanillos y riquirriqui. En diciembre los bomberos recolectaron 7 mil caracoles en dos días.
El jardín necesita apoyo para recuperar sus equipos de mantenimiento. Ya pidieron ayuda a la Fundación UCV. La primera semana de enero se robaron Bs 400 mil en maquinarias, incluyendo la planta de sonido del auditorio, tres motosierras, desbrozadoras, machetes, soldadores. Solo se salvaron dos cortagramas. Gabaldón siente frustración. "Se está perdiendo un patrimonio y a nadie le importa", señala.
DELIA MENESES | EL UNIVERSAL
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