domingo, 17 de febrero de 2013

Una avenida que se convierte en autopista


Apenas comenzamos a pintar la primera raya, una señora delgada, de vestimenta modesta y elegante, cruzó la calle desde el parque, se detuvo y nos dijo: “Yo tengo cuarenta años vendiendo pelotas plásticas en la entrada del parque y he visto aquí muchos arrollamientos”.Una mirada alrededor constata que la amenaza es real, pues aquí cruzan numerosos grupos familiares en los que van ancianos, niños y adultos con coches, más aún los fines de semana. La actitud de los de a pie es siempre la misma: esperan la oportunidad para cruzar a la carrera esta avenida por la que, se supone, no deberían transitar los vehículos a más de 40 kilómetros por hora.

Hace casi cuatro años señalamos en esta sección que en este punto hacía falta un semáforo y un rayado peatonal. Meses después los colocaron, con tal desatino que lo hicieron 100 metros al oeste del paso natural de la gente entre el parque y la estación de Metro que comunica con la Rómulo Gallegos. La consecuencia: está apagado hace años y escasísimos peatones lo usan, da igual: allí nunca se detienen los conductores. Los que insisten en darle el privilegio a los vehículos por encima de los viandantes proponen la absurda solución de siempre: una pasarela o que los peatones bajen y crucen por el túnel de la estación del Metro, sin importarles que por una y otro no pueden cruzar personas con discapacidad, madres embarazadas, niños en cochecitos o con bicicletas.

La importancia de esta acción estaba a la vista y, de hecho, se sumaron algunos transeúntes. Entre ellos algunos padres que venían del parque con sus hijas; Jesús Reggeti, que monta en el parque el Yoga de la Risa; Andrea, un joven que vive en la calle (apoya a los buhoneros de ahí día y noche), al que le atropellaron a su hermano justo en ese cruce. Unos pocos conductores, desesperados, tocaron corneta e insultaron (no saben que el resultado de ir más pausadamente puede ser llegar más rápido al destino). Pero la gran mayoría saludó la iniciativa.

Un policía de Sucre nos señaló cortésmente que era ilegal rayar el asfalto sin permiso, y que además estábamos poniéndonos en riesgo porque nos podían atropellar. Nuestra respuesta fue irrefutable: “Lo ilegal es que los conductores transiten a alta velocidad por aquí y que la policía lo asuma como algo normal”. Ante lo obvio un segundo policía, de mayor rango, agregó: “Pero los sábados no se enteran los ingenieros de la alcaldía, si lo hacen en día de semana es mejor… yo no entiendo por qué pusieron el semáforo aquí, en vez de hacerlo donde cruza la gente”.

El problema es más complejo y tiene antecedentes en la planificación urbana: la falta de permeabilidad en las dos bandas, tanto en la acera del parque (que apenas tiene un solo acceso), como la de la secuencia del parque Miranda e Inparques, convirtió este segmento de la avenida en una autopista que en buena parte del día, sobre todo en horas pico, desemboca en una cola en ambos extremos. El límite de velocidad se perdió, y el orden alrededor del parque y la estación de Metro se desmembró. He aquí una oportunidad, no sólo para darle a la gente la seguridad para andar y cruzar esta vía (que corresponde por ley), sino para reordenar este fragmento de avenida que paradójicamente aquí deja de serlo.

La fiesta del rayado: En la avenida Andrés Bello, frente a la plaza homónima, pintamos nuestro primer rayado el 27 de octubre de 2012. A los pocos días lo borró La Fiesta del Asfalto (asfaltado que terminó a principios de febrero). Sólo quedaron en pie las señales peatonales que colocaron los niños de la Escuela Comunitaria Luisa Goiticoa en la isla central. El rayado desapareció, pero la necesidad persiste: los ríos de gente de Sarría y el barrio Párate Bueno siguen cruzando allí, todos los días, a su riesgo.

Ese rayado, al igual que el que pintamos el sábado 9 de febrero frente al Parque del Este, son acciones planificadas, convocadas y realizadas por los colectivos Ser Urbano, Una Sampablera por Caracas y Caracas a pie, bajo la identidad de Peatones Activos. A ellas se han sumado maestros, artistas callejeros, diseñadores, arquitectos, colegas periodistas, ciclistas y transeúntes. La idea es llamar la atención de autoridades y ciudadanos, por eso el rayado está incompleto e incluye la frase: “Aquí hace falta un rayado” y se acompaña alrededor de muchas señales peatonales.

La próxima acción probablemente será en Las Mercedes, a mediados de abril. Y luego les tocará a Chacao y a El Hatillo.

JOSÉ CARVAJAL / JUANCHO PINTO, El Nacional

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