lunes, 23 de noviembre de 2009

Un Parque Divide a La Castellana



Usuarios y mascotas no logran convivir en espacio que debería ser de uso compartido

Ni la intervención de un juez de paz ha logrado superar diferencias entre usuarios del parque La Mansión, para lograr un uso compartido del espacio entre el público y las mascotas (Eduardo Fuentes). Se acabó el consenso. Los puntos en común. Las reglas de convivencia. Literalmente, el juego en La Castellana se trancó. Ni la intervención de un juez de paz ha logrado superar las diferencias irreconciliables entre los usuarios del parque La Mansión, para lograr un uso compartido del espacio público entre el público y las mascotas.

Es casi insólito. Pero, por lo visto, hasta en los mejores municipios puede pasar. Por un lado, un grupo asegura que el espacio destinado a las mascotas resulta inapropiado. Mientras que el otro asegura que la presencia de los perros en el área de esparcimiento sin cadenas representa un peligro para los niños, al tiempo que supone molestias por el problema que generan los desechos caninos.

"El municipio tiene 18 parques y 13 plazas públicas. Este es el único sitio que hay en el municipio para las mascotas. Pero no es adecuado", comentó Quiteria Franco. "El área es muy pequeña, no tiene drenajes ni iluminación y los aparatos son de cartón piedra. Por ello estamos exigiendo que nos permitan estar en el área de esparcimiento después de las 6:00 de las tarde cuando no hay niños, sin necesidad de cadenas", afirmó Martha Rivera.

Raquel Scharffenorth, por su parte, asegura que el irrespeto de las normas de convivencia por parte de los dueños de las mascotas ha generado la exclusión de usuarios naturales del parque. "Los personas mayores que viven en los ancianatos de en frente han dejado de asistir al parque. Las familias con hijos también, porque es muy desagradable conseguir excrementos en la zona de arenas de los niños. Aparte, el parque se ha deteriorado, pues las micciones han quemado la grama".

Esas divergencias obligaron la intervención del juez de paz Alberto Herrera, así como de los representantes de la Dirección de Deportes y de Asuntos Públicos de la Alcaldía de Chacao. Se promovió una mesa de diálogo entres las partes para llegar a un reglamento de uso del parque que lograra complacer a todos. Pero, al parecer, el remedio terminó siendo peor que la enfermedad, como reza el dicho.

"Hace dos semanas, nos mostraron un reglamento, el cual, según ellos había sido aprobado con la anuencia de los dueños de mascotas y no fue así", comentó Eduardo Fuenmayor. Según relatan, siguieron acciones por parte de la Alcaldía de Chacao en su contra que han calificado como una provocación.

"Nos quitaron las papeleras de desechos caninos, el aviso que teníamos en las puertas con las normas de uso, rompieron el cerrojo que habíamos instalado para evitar que los perros se salieran, encienden el sistema de riego a las 4:00 de la tarde, fumigan. Y todo eso cuando estamos en un proceso de negociación", comentó Franco.

La versión de la Alcaldía dista mucho de la planteada por los propietarios de las mascotas. "No es cierto que el reglamento se haya aprobado de forma arbitraria", comentó Alfredo Jimeno, director de Gestión Social. "Se consultó y en ningún lado está escrito que hay que hacer un referendo para aprobarlo. Esto es un tema de convivencia. De igualdad de oportunidades. Ambas partes deben entender que es un parque de uso compartido y que la solución no es cerrarlo a las 5:00 de la tarde o poner rejas. Debemos agotar las instancias de conciliación y no irnos a lo radical", acotó.

Alberto Herrera, director de Justicia Municipal de Chacao, aseguró que se han estudiado varias alternativas. Entre ellas, retirar el semillero de Sadárbol para ampliar el área de los perros e ir haciendo las mejoras que amerita el área y otras que están por hacerse. "Vamos a hacer nuevas reuniones porque queremos una solución consensuada. Para ello, cada una de las partes tiene que ceder y darse cuenta de que ambos tienen puntos en común que es el disfrute del espacio".

Mirelis Morales Tovar
EL UNIVERSAL

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