El grito firme de "¡Oídooo!" indica a los palmeritos y palmeritas de Chacao que a continuación viene una información importante. Al escucharlo detienen las conversaciones, las risas y las bromas y prestan atención a las instrucciones que girará la directora del Programa Educacional Los Palmeritos, María Castillo: "Hagan una fila de acuerdo con sus edades", dice y enseguida hay movimiento.
La disciplina es necesaria para mantener la organización de la partida. Ayer, 80 niños de 6 a 11 años se preparaban para subir el Ávila, en búsqueda de la palma real, para continuar con la tradición que en 1770 les encomendó el padre José Antonio Mohedano, párroco del recién creado Curato de Chacao que además comprendía Sabana Grande, Chacaíto y Sebucán, ante la epidemia de fiebre amarilla que había acabado con la vida de más de 40% de los habitantes del valle de Caracas.
Muchos de los niños que participan vienen de una larga línea de palmeros. El bisabuelo y los tíos de Gustavo Buitriago lo fueron y ahora él sigue el ejemplo. Tiene 9 años de edad y forma parte de los palmeritos desde los 7 años.
"Es la primera vez que voy al campamento. Lo que más me gusta es que tengo muchos amigos, que aprendí a bajar las palmas y me enseñan a cuidar las plantas", dice. Su mamá, María Soledad Poleo, recuerda que cuando Gustavo era más pequeño vio a uno de los palmeros más grandes y le pidió que lo llevara con él: "Quería irse escondido en su morral", recuerda.
Como parte de su formación, los miembros del programa educacional pasarán cuatro días en el Parque Nacional Waraira Repano, pero a diferencia de los Palmeros de Chacao ellos no pernoctan a la intemperie, sino en uno de los salones del hotel Humboldt, donde desplegarán sus carpas y sacos de dormir.
Aprender de la naturaleza: "Guardianes del bosque de la palma", reza por detrás la camisa que los identifica. El tiempo que estarán en la montaña será para aprender a podar la planta, tejerla y realizar actividades relacionadas con la prevención y conservación ambiental.
Realizarán un recorrido por el Ávila desde el hotel hasta Los Venados y el sábado participarán de la procesión que baja de Sabas Nieves hasta la iglesia San José de Chacao.
Allí unirán las 100 palmas reales que podarán de La Veguita con las traídas por los palmeros adultos de No te Apures, también en el Ávila, y de Salmerón, en Guatire. La planta de este último sitio se conoce como corozo.
"Esas palmas se distribuyen en todas las parroquias de Caracas. Cada una envía la solicitud con su requerimiento y desde la iglesia de Chacao las reparten", explicó Rodolfo López, palmero que junto a sus dos hermanos partió ayer en la tarde a Salmerón.
La despedida: La comunidad de El Pedregal en Chacao atestigua orgullosa la tradición. "La gente sale a decirles adiós y también a recibirlos", decía María Mercedes Campos, mientras observaba desde su portón el gesto de despedida de los niños desde la ventana del autobús.
"Gracias a Dios que les dieron la autorización. Ellos son más antiguos que la Guardia Nacional, el Ministerio del Ambiente e Inparques, así que no tendrían porqué pedir permiso a nadie".
Durante la tarde, los niños de 11 años fueron juramentados como promeseros y los mayores de 12 como peoneros de montaña. Castillo explica que en ese acto los jóvenes juran proteger el Ávila y dedicarse al cuidado del bosque. "Esta es una experiencia para fortalecer la fe, la tradición y el ambiente".
Emily Avendaño, El Nacional
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